La integración laboral de personas con diversidad funcional (comúnmente llamadas personas en situación de discapacidad) es una cuestión largo tiempo vetada en las empresas, dada la ‘superstición’ o creencia de que las personas que viven en estas circunstancias podrían afectar negativamente a la productividad o eficiencia de una empresa. Nada más lejos de la realidad.